¿De quién son los votos?

Las encuestas dicen que cualquier cosa puede pasar en Galicia y Euskadi. Es decir, que Ibarretxe puede seguir gobernando y Touriño también. Pero puede que no, que Patxi López sea Lehendakari y Núñez Feijóo presida la Xunta. La democracia, cuando se deja acompañar de una dosis de inquietud y recelo resulta apasionante. No hay cosa más sacrificada que el voto previsible. Y no es que uno piense que los españoles hemos modernizado el voto y la forma de ejercer un derecho así, pero convendrán en que no hay circunstancia más angustiosa que saber de antemano lo que de las urnas va a salir.
Gallegos y vascos envían mensajes de libertad lejos del voto acomplejado. Esos que hoy no saben lo que van a votar son los que van a decidir el cambio. Cuando llegue ese momento, cuando empecemos a creernos que el voto cautivo es impropio de personas inteligentes, cuando estemos seguros de que la papeleta no es de los partidos, cuando nos creamos que somos actores de primer nivel y que nos traicionamos aferrados siempre a la misma opción, entonces estaremos haciendo un servicio a la democracia, tan desvaída y superflua en estos tiempos.
Los profesionales de la política se obstinan en separarnos en izquierdas y derechas, como si unos y otros no zarandearan con provecho a aquellos que les votan y apoyan. Es tanta la gente que vota sin saberlo, o sabiéndolo, en contra de sus intereses que se lo debería mirar, como se dice ahora. La UPyD de Rosa Díez es opción digna y decente es estos tiempos. Es también necesaria. Y urge desmentir a aquellos que hacen cábalas sobre si quita más votos a Rajoy que a Zapatero. Pero, ¿de quién son los votos? La misma pregunta resulta ofensiva. Rosa Díez merece estar en el parlamento vasco porque su presencia allí enviará un mensaje claro, y rotundo a toda España sobre lo que puede hacer. Si consigue escaño, si ese escaño es determinante para configurar una mayoría que acabe con el régimen del PNV, Rosa Díez deberá pensar que su partido se ha hecho mayor en sólo un año. Semejante forma de crecer tiene sus riesgos, pero su mera observancia ya resulta apasionante.
Que Rosa Díez haya llegado hasta aquí tiene mérito. Y sobre todo, resulta gratificante comprobar como se abre camino una idea que, hasta hace un año, descansaba en el sueño de la razón. Espero contárselo el próximo lunes.

Una respuesta a “¿De quién son los votos?

  1. Desde luego, a mi entender, los españoles no hemos modernizado el voto lo mas mínimo, sigue existiendo la España dual, por desgracia.
    Somos todavía esclavos de nuestra cercana historia y nos falta aún madurar el concepto de democracia para vencer los recelos del pasado y subirnos al mundo de la contemporaneidad política. Los españoles no hemos comprendido todavía que la democracia nos otorga el derecho de pensar por nosotros mismos y no por los demás , y tenemos la obligación de tener criterio propio, no dejándonos llevar por las corrientes que nos marcan los intereses del bipartidismo existente que convierten la sociedad española en verdaderos autómatas del voto y esclavos de nuestro abulismo intelectual.
    Tanto los gallegos como los vascos, tienen mas que motivos suficientes para poner en marcha un gran servicio a la democracia y próperar en el avance democrático que sirva para la regeneración política y crecer de «abajo hacia arriba», saneando los conceptos democráticos tan ultrajados en las últimas décadas.
    Quiero pensar que los votos indecisos están en esta línea y son sin duda los mas importantes y decisorios para el necesitado cambio de ritmo, haciendose de una vez por todas, dueños y señores de sus votos, aunque ésto conlleve dar la espalda a tu partido de siempre.

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